Dolor

30.05.2024

Percibir el dolor nos avisa que algo en nuestro cuerpo no va bien y que tenemos que tener cuidado. Hablamos de cómo comprender el dolor, qué nos pasa cuando sentimos dolor, y sobre todo, porque lo sentimos.

¿Sabías que existe una patología genética donde las personas son incapaces de percibir el dolor?. Sus portadores no pueden fabricar los receptores del sistema nervioso que se encargan de percibir la señal de alarma que el cerebro interpreta como dolorosa o no. A esta enfermedad se la conoce como insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis (CIPA).

El dolor es necesario para activar los procesos de reparación y regeneración de los tejidos puesto que activa, junto con la inflamación, los procesos de regeneración. En cierta manera el dolor es el mayor protector de los tejidos del cuerpo y a su vez su principal motor de recuperación. Nos impulsa y nos produce un estímulo al cual no podemos ignorar.

Se trata de un sistema complejo y depende de muchas variables. Cualquier cosa que sugiera al paciente que necesita protección hará aumentar el dolor, en cambio, cualquier cosa que sugiera al paciente que no necesita protección lo disminuirá. A la vez que cuando nos enfrentamos a una situación de vida o muerte el dolor desaparece.

Para percibir el dolor necesitamos de una fuente y un procesador. En primer lugar, encontramos el sistema nervioso el cual dispone de receptores situados en nuestros tejidos. El sistema nervioso se expande por todo el cuerpo y es en sus terminaciones donde se sitúan estos receptores. Estos se encargan de percibir señales de alarma (la fuente), lo cual se conoce científicamente como "nociceptores". Sin embargo, que estos receptores se activen no significa que percibimos dolor. La señal captada es posteriormente enviada a nuestro cerebro para ser procesada. Es este órgano quien decide si se tiene que sentir dolor o no. Su veredicto dependerá de la intensidad de la señal neuronal, de las experiencias pasadas, de la cultura y, sobre todo, de la percepción de si se necesita protección o no.

Puede suceder que después de meses de dolor lumbar las pruebas diagnósticas descarten cualquier lesión. Al acudir al médico y, aunque llevamos tiempo sintiendo molestias y dolor, no se encuentra un diagnóstico claro. Y por el contrario, puede ser que sin ningún tipo de dolor se observen, a través de una resonancia magnética, hernias lumbares. Una persona que ha sufrido una amputación puede continuar percibiendo el dolor de su extremidad perdida. Aunque no haya extremidad el área dedicada en el cerebro para percibirla existe y todavía puede recibir señales de alarma.

Lesión y dolor no están siempre correlacionados, por este motivo, no podemos tratar ambas variables como si solo se tratara de una. Por un lado, tenemos que tratar la lesión, por el otro, el dolor y su interpretación.

En un proceso normal y efectivo el dolor asociado a los tejidos disminuye proporcionalmente a la recuperación de los tejidos. Sin embargo, puede quedar dolor asociado al sistema nervioso (más receptores del dolor, más señales de alarma o interpretación errónea del cerebro entre otros). "Explicando el dolor" de David S. Butler y Lorimer Moseley

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